Tiene 76 años y nadie le cree: Vera Wang detuvo el paso del tiempo
Verdaderamente impresionante.
En una industria que devora la juventud y cambia con cada temporada, Vera Wang parece inmune al paso del tiempo. La diseñadora neoyorquina de ascendencia china, reconocida por reinventar el vestido de novia y su estilo sobrio, conserva a los 76 años una apariencia envidiable. Su piel, su figura y su energía no se corresponden con su edad, y ella lo asume con naturalidad: "El trabajo es mi cardio", suele decir.
Antes de la moda, Wang se dedicó al patinaje artístico, disciplina que marcó su vida. De allí aprendió la importancia del control y la constancia, principios que aplica en cada aspecto de su rutina. No sigue entrenamientos intensos ni dietas extremas: prefiere la moderación. Sus comidas diarias son simples -yogurt, frutas, pescado, vegetales y algo de vino o vodka ocasional-, un equilibrio que combina placer y disciplina.
Lejos de las cirugías, confía en cuidados básicos: hidratación, protector solar y tratamientos no invasivos. Su estética minimalista y su actitud relajada se reflejan también en su presencia digital, donde muestra su imagen sin filtros ni artificios.
Para Wang, la verdadera juventud es mental. Rodearse de jóvenes diseñadores y mantener la curiosidad viva es, asegura, lo que la mantiene en movimiento. "Cumplir años es inevitable. Sentirse vieja, no", repite con convicción.
Sin buscar la eternidad, la diseñadora ha construido una figura que encarna ese ideal: una mujer que envejece sin rendirse, que transforma la moda desde la serenidad y que parece, a simple vista, haber detenido el tiempo.



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