Cazzu prefiere acercar el folklore a las nuevas generaciones, que complacer a los tradicionalistas

Cazzu, el folklore y su disco "Latinaje". La artista dijo algo más o menos así: "Prefiero acercar el género a los jóvenes antes que contentar a los fundamentalistas". La jujeña consumió folklore desde pequeña en su familia e incluyó en su último disco -ya consagrada como Jefa del trap- una canción que podría enmarcarse bajo el título de "neo folklore".

Además Cazzu incluyó sonidos andinos y otros también propios del folklore en este nuevo material que es su disco más íntimo y que está muy vinculado al norte del país, a su Jujuy natal y a Salta, al contar con la colaboración de "Los Nombradores del Alba" en "Me toco perder".

En una reciente entrevista, Cazzu dejó una reflexión potente sobre el lugar del folklore en las nuevas generaciones argentinas. A sus 31 años, la artista nacida en Fraile Pintado, Jujuy, dijo que prefiere acercar el género a los jóvenes antes que preocuparse por ser aceptada por los tradicionalistas del folklore, a quienes, con firmeza, se refirió como "los fundamentalistas, y por qué no, los dinosaurios del género".

Consciente de sus raíces y del valor de la música folklórica, Cazzu destacó que en países como México y España, las culturas originarias y tradicionales están mucho más presentes incluso entre adolescentes, lo que contrasta con lo que observa en Argentina. "Hay gente de mi edad que no conoce el folklore y quizá eso tiene que ver con que no se trabajó como sí se hizo en esos países", explicó.

La cantante reconoció el trabajo que figuras como Abel Pintos, Soledad Pastorutti y Luciano Pereyra hicieron en su momento para acercar el folklore a nuevas audiencias. "Fueron referentes jóvenes que estuvieron mucho tiempo en el folklore y lograron conectar tanto con su generación como con chicos más chicos", señaló, valorando su aporte sin dejar de remarcar que aún queda mucho camino por recorrer.

Cazzu no niega su esencia urbana ni su recorrido dentro del trap y otros géneros, pero sostiene que hay una deuda pendiente con la difusión del folklore entre los jóvenes. Su intención no es pedir permiso para participar del género, sino abrir las puertas a su generación, desde un lugar genuino y sin ataduras. En esa línea, su mirada se convierte en un llamado a dejar de custodiar el folklore como un museo y permitir que respire en las nuevas voces, sin miedo a las transformaciones.