Multas millonarias para padres de hijos "bravucones", buscan frenar el bullying
La escuela tiene que ser un indicador, no solo se apunta a identificar a posibles víctimas sino a prevenir el flagelo.
Debate en Mendoza: impulsan multas millonarias para padres de alumnos que ejerzan bullying. El proyecto mendocino propone multar con hasta dos millones de pesos a los padres de alumnos que ejerzan bullying.
Una propuesta presentada en Mendoza generó un intenso debate al plantear multas de hasta dos millones de pesos para los padres de estudiantes que cometan actos de bullying en instituciones educativas. El proyecto, que aún se encuentra bajo análisis, busca promover la responsabilidad familiar frente a los crecientes casos de violencia escolar.
La iniciativa tomó relevancia tras el reciente episodio ocurrido en la escuela Marcelino Blanco, en el departamento de La Paz, donde una alumna de 14 años se atrincheró con un arma de fuego, encendiendo las alarmas sobre la gravedad del problema.
En diálogo con Arriba Argentinos, Mariela Caputo, especialista en neurociencias cognitivas y educación, explicó que el fenómeno del acoso escolar "es mucho más profundo que una simple conducta agresiva". Según señaló, "todo lo que empieza a esa edad repercute en el futuro de esos adolescentes. La familia, la escuela y la comunidad tienen una responsabilidad compartida".
Caputo consideró que la idea de imponer sanciones económicas "es un llamado de alerta" ante la ineficacia de las medidas previas: "Tomar una medida tan extrema es llamativo, pero refleja que todo lo que se intentó antes no funcionó", expresó.
La especialista advirtió que las multas no deben ser entendidas como una solución definitiva: "La sanción económica es el último recurso, pero lo que debemos analizar es qué pasó antes: qué acompañamiento tuvo ese chico, qué intervención hubo por parte de la escuela y de la familia. Lo que vemos es apenas la punta del iceberg".
Caputo también reflexionó sobre el impacto psicológico de estas situaciones: "El bullying afecta tanto a la víctima como al agresor. El chico que hostiga también está en una situación de vulnerabilidad, porque no cuenta con recursos emocionales para vincularse de otra forma".
Desde una perspectiva científica, explicó que "el cerebro adolescente está en pleno desarrollo, especialmente la corteza prefrontal, encargada del control de impulsos y la regulación emocional. Por eso, cuando hay sufrimiento o frustración, las reacciones pueden ser desmedidas".
Finalmente, subrayó el rol clave de la familia en la formación de conductas: "Los hábitos sociales se aprenden primero en casa. Luego se refuerzan en la escuela, el club o los espacios comunitarios. Todos somos responsables de lo que un chico aprende sobre cómo relacionarse con los demás".
El proyecto mendocino aún debe ser debatido, pero ya generó una fuerte controversia entre especialistas, docentes y padres, al poner sobre la mesa la necesidad de repensar cómo abordar de manera integral la violencia en las aulas, detalla Contexto.
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