Brutal accidente en Bolivia se cobró la vida de un camionero argentino: Buscan a sus familiares

José Agustín Salinas, conductor de un camión cargado de manzanas, se embarrancó en la cuesta de San Simón. Nadie vio el instante, nadie oyó su grito. Murió solo, en un país ajeno, sin una mano que le cerrara los ojos ni una voz que dijera su nombre con ternura. 

Era argentino, eso alcanzó a saberse. La policía intentó rastrear a sus familiares, buscarlos a través de la Gendarmería, como si devolver su historia fuese aún posible. Su cuerpo reposa ahora en una morgue de Entre Ríos, esperando un regreso que tal vez nunca imaginó tan silencioso. 

Morir en otro país es una herida sin metáfora: es la distancia convertida en abismo, es la despedida sin ritual, sin tierra propia que lo reciba, sin abrazos que lo envuelvan. José iba solo. Y esa soledad resuena más fuerte que el choque contra la peña. En esa curva del camino, entre el metal retorcido y las manzanas desperdigadas, quedó el testimonio mudo de un trabajador que partía lejos de casa.